Lee tu póliza antes de contratar

Peter Drucker afirmaba que «Lo más importante en la comunicación es escuchar lo que no se dice.« Esta frase debería tener un especial sentido para todo oyente del chorreo continuo de anuncios de seguros que nos bombardea en cualquier emisora de radio o televisión. ¿Quién paga esos anuncios en prime-time? Tú, si eres cliente de esas empresas que siempre te hablan de que son más baratas porque no tienen intermediarios, pero ¿Es eso cierto?

Lo cierto es que no tienen “intermediarios” que son, por otra parte, quienes por Ley tienen la obligación de asesorarte y asistirte durante toda la vida del seguro, unos desde la representación de la aseguradora – los agentes – y otros desde la más inmaculada independencia – los corredores-, si es que operan con ética. Pero, como cantan a la legua los Balances y Cuentas publicados en la web de la Dirección General de Seguros, hay quien gasta más en anuncios que lo que pagan otras a los intermediarios. Sin “intermediario”, por seguir su lenguaje, estarás solito ante el peligro, y eso ¿A quién beneficia? A ti no, por supuesto.

Por ello es importante ver qué se calla, como apunta Drucker, cuando nos lanzan un mensaje sexy para el bolsillo, como si del caramelo a la puerta del colegio se tratara. Así, el tipo de la gabardina, en este caso, nos promete bajar el precio sea cual sea el que pagamos o un descuento con el que parece que o compramos sin pensar o somos tontos a rabiar.

La verdad hay que buscarla en lo que callan los anuncios. Y es que, como decía Henry Royce, cofundador de Rolls-Royce, La calidad se recuerda mucho tiempo después de haber olvidado el precio”. lo que en seguros suele traducirse en “cuando tengas un siniestro, si compraste barato, te vas a enterar de lo que vale un peine”. Y viceversa.

Uno de los elementos críticos en todo seguro de daños, determinante de lo que va a pasar cuando tengamos un siniestro, con efectos claros sobre el coste efectivo que va a soportar la compañía de seguros y cómo va a ser indemnizado el asegurado, es el criterio de valoración pactado en la póliza. Sin embargo, no vas a encontrar un solo comparador de seguros, un solo anuncio, una sola campaña comercial que informe cuál es el criterio de valoración que ofrece ese seguro. ¿Es eso normal o ético? Yo creo que no. Porque se produce un engaño clarísimo si te dan a entender que algo es lo mismo cuando su comportamiento y resultado van a ser muy distintos de los esperados al contratar.

Toda póliza de seguro de daños sea de hogar, de autos, de industria, etc, cuenta con una cláusula llamada “Criterios de Valoración”, o algo parecido. Es donde se define cómo te van a pagar cualquier siniestro, si es que pagan, claro.

Para entender lo que te voy a contar, debemos comprender antes otro concepto llamado “depreciación”. Esta no es sino la pérdida de valor que, gradualmente, va afectando a cualquier bien desde que lo compramos a causa de su uso, de desgaste, de vejez o – simplemente – por pérdida de su función inicial. Tú no pagarías por un coche de 3 años lo que vale uno nuevo y un seguro funciona parecido.

En seguros esa depreciación importa. En principio, la Ley vigente nos dice que el seguro no puede ser objeto de enriquecimiento injusto y, también, que en caso de siniestro se indemnizará el valor – sin aclarar qué significa eso – del bien en el momento anterior al siniestro. También nos dice la Ley que, si el seguro va ajustando su capital y prima por IPC o similar, podrá asegurarse a valor de nuevo.

Y aquí tenemos el lío montado. Porque, por defecto, el asegurador debe deducir del valor de nuevo la depreciación – ese desgaste por tiempo, uso o función que hemos visto – por lo que vamos a recibir una indemnización que se denomina “a valor real” que no nos va a permitir reponer el bien dañado por uno nuevo.

Pero también puede ocurrir que tengamos una cláusula “a valor de mercado”, en cuyo caso el asegurador debe pagar lo que vale un bien similar al que hemos perdido en el mercado de segunda mano. Los mejores seguros para vehículos con más de dos años incluyen este criterio de valoración.

La fórmula más frecuente para ofrecer seguros baratos es ofrecer “valor venal”. Si el valor de mercado es el que pagaríamos a un vendedor de coches de ocasión, por poner un ejemplo, el valor venal es aquel por el que se lo venderíamos a dicho vendedor. Obviamente este va a pagarnos mucho menos pues tiene que repasar mecánica, chapa y pintura, pagar traspasos, ofrecer garantía, soportar los gastos de su negocio y algo querrá ganar ¿verdad? Bueno, pues este valor ni siquiera permite comprar un coche usado como el que teníamos, y ese es el criterio que hallamos en los seguros low-cost. Si a valor de mercado vale 10.000€, a valor venal baja a unos 6.000 €. Esto también afecta al valor de reparación a partir del cual te van a decir que el coche no es reparable. ¿Entiendes ahora por qué esos seguros son más baratos?

En los seguros a todo riesgo es común que se ofrezca durante uno o dos años valor de nuevo. Eso implica garantizar una unidad completamente. En este caso, el diablo está en los detalles por lo que habrá que ver si nuestro “todo riesgo” lo es de verdad o tiene tantas exclusiones y “olvidos” que poco hace para merecer ese nombre.

Tal vez esto te parezca un lío: realmente lo es. Por eso acostumbro a recordar que con las cosas que pueden sacudir una economía es mejor andar asesorado y asistido por un profesional que enfrentarse solo a una entidad financiera. Recuerda que las imprudencias ¡se pagan!

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